Jonathan Cavanagh Amante del Perú Su gente y sus tradiciones

Biografía


Jonathan Cavanagh llegó al Peru por primera vez a los 31 años, trayendo en su mochila un título universitario (M.A.) por la Universidad de Oxford y un doctorado en política internacional (magna cum laude) por la Universidad de Gottingen de Alemania.  Su idea era explorar el impacto que había tenido el gobierno militar de Velasco Alvarado sobre la sociedad peruana.

Empezó a trabajar con Nicholas Asheshov, editor de The Andean Report, donde aprendió el periodismo económico. Cinco años después, fundó su propio informe mensual en inglés, The Peru Report. Conocido por ser periodista intrépido y veraz, fue contratado como corresponsal extranjero por distinguidos medios internacionales, como The Wall Street Journal y The Economist.

Durante casi dos décadas, recorrió el país cubriendo los acontecimientos más álgidos de los años del terrorismo, entrevistando al mismo tiempo a los empresarios, políticos y economistas más destacados y todos los presidentes desde Belaúnde hasta Kuczynski. Una vez, el entonces candidato a la presidencia, Alan García, le recriminó haber publicado una frase que le dijo durante una entrevista y que luego se hizo famosa: “¡El peor pecado en política es ser ingenuo!”

Cavanagh recorrió todo el país. Estuvo, con otro periodista británico, Michael Reid, esperando la entrada del ejército a Cangallo, un pueblo al sur de Ayacucho y encontró que todos los hombres del pueblo habían subido a la montaña para esconderse. Michael y él no dudaron en subir a pie en busca de sus testimonios. Otro recuerdo es de un viaje con una patrulla policial cerca de Huanta, acompañado del famoso periodista del Wall Street Journal, Everett Martin, cruzando ríos y caminando kilómetros para llegar a un pueblo denunciado por procesar pasta básica de cocaína. Después de observar la destrucción de las instalaciones, la policía regresó llevándose al muchacho que había hecho la denuncia. Cavanagh logró convencer al comandante que lo soltara en el camino, porque pensaba en qué utilidad tendría que pasara años en una cárcel. En otra ocasión, observó cómo las fuerzas de seguridad destruyeron un cultivo de coca en la ceja de selva y escribió la escena cuando la patrulla partía y las campesinas salieron para recoger las últimas hojas de coca de las plantas destruidas. En otro de sus reportajes, Cavanagh describió el aterrizaje nocturno de una avioneta colombiana en Uchiza para recoger pasta básica de cocaína, en una pista iluminada por los faros de dos camiones.

Su interés periodístico no se limitaba a las actividades ilícitas. En otro reportaje novedoso, informó sobre la plantación de palma aceitera del Grupo Romero en la Amazonía.

Al final, fundó una editorial que publicó más de 60 libros bilingües (incluyendo reediciones) sobre el Perú: una versión peruana del Fortune 500 norteamericano llamado Las Top 1,500 Empresas que hoy en día cubre 10,000 empresas; casi los primeros libros gastronómicos (La Gran Cocina Peruana de Jorge Stanbury y La Comida Nikkei de Rosita Yimura); libros, también pioneros, sobre la minería y agroindustria peruana; Los Rostros de la Guerra (sobre Sendero Luminoso y el MRTA) con fotos de Alejandro Balaguer; y uno de los primeros libros de cuentos infantiles peruanos…

Cavanagh salió del Perú a fines de los 90, contratado por organismos internacionales (el FMI y la OEA) como traductor y regresó en 2017, junto con su esposa peruana e inspiración de medio siglo (la pintora Nebiur Arellano) y sus dos hijas peruanas, Mara y Gabriela. Ahora ha vuelto a escribir sobre su país adoptado. Está por salir su “última” publicación titulada, cómo no, “CELEBRA PERÚ”: un libro monumental, que mide (abierto) casi un metro de largo, en siete idiomas, con un app que lo acompañará, diseñado para provocar un “prodigioso y poético” proyecto privado-público dirigido a cuadruplicar el número de visitantes (turistas e inversionistas) al Perú de acá al 2030. ¡Nada menos!